Feria universitaria

No nos referimos a las ferias literarias, los juegos florales o festivales culturales que antaño realizaban las contadas universidades nacionales que existían hasta finales de la década de los 50s, y que se hacía en cumplimiento de uno de los fines de la universidad. Incluso con la creación de nuevas universidades creadas en la década de los 60s se seguía con ese positivo empeño. Lamentablemente, los que tenemos alguna experiencia en el mundo académico tenemos que lamentar que tan loable actividad haya venido a menos a medida que aumentan las universidades al amparo del nefasto DL 882, del gobierno de Fujimori,  una norma de clara orientación empresarial y por tanto rentista y mercantilista a ultranza.

 

 

Se creía que las nuevas universidades iban a funcionar con la exigencia y el rigor de las universidades nacionales y con la calidad que demostraban las universidades privadas de entonces. La realidad nos ha desengañado al constatar que casi todas funcionan privilegiando la rentabilidad, exento de impuestos incluidos. Ese es el quid del asunto, hoy la calidad a nadie le interesa. A este paso pronto se convertirá en dogma político el mensaje de algún ministro de educación de entonces cuando dijo: “debemos estar orgullosos de ser el único país que tiene taxistas profesionales”. De pronto algún otro ministro dirá que el orgullo no solo será por los taxistas sino también por los empleados, los mozos, los vigilantes, los informales, los ambulantes, etc. que como egresados universitarios no tienen donde trabajar. 

Creíamos y tuvimos una esperanza pasajera cuando se discutía la vigente ley universitaria, pero pronto nos defraudamos al constatar que dicha ley más ha servido para el aggiornamento del DL 882 con la creación del SUNEDU y la exigencia del licenciamiento y acreditación de la calidad. Lamentablemente fue un fracaso total, porque se trató de evaluar la calidad solo por fuera y no por dentro, es decir la calidad de los fines, contenidos, procesos, y resultados, básicamente en la formación y la investigación.

En nuestro criterio existen algunos factores muy poderosos que condicionan dicha vigencia, por eso no interesa escudriñarlos, menos aplicarlos, porque va contra las conveniencias económico-empresariales y sobre todo políticas.

A los inversionistas les conviene tener un sector de alta demanda donde invertir con seguridad de obtener buenas ganancias, abusando, vía marketing, de la necesidad y la ignorancia de los escolares egresados de secundaria que cada vez van en aumento creando una demanda siempre creciente. Agréguese a este facilismo la gollería de disfrutar de la exoneración de impuestos cuando todos sabemos que bajo este manto se cubren una serie de operaciones comerciales que no deberían estar exentos de impuestos. 

 

A los gobiernos tampoco les interesa tomar medidas al respecto, pues como no hay una definición clara del desarrollo real de país, tanto los de derecha como de izquierda no se interesan por formular un verdadero plan de largo plazo, parecería que el CEPLAN ha dejado de existir, por eso la educación sigue siendo tratando como una mercancía sujeta a las leyes del mercado libre.   

 

A los congresistas tampoco les interesa que este estado de situación cambie porque la universidad, en su creación y funcionamiento, es una fuente de proselitismo, sobre todo para aquellos que quieren legislar solo por sus intereses y no los del pueblo, a los que dicen representar.

Así estamos y seguiremos, como una feria comercial universitaria, mientras el sistema político no cambie con nuevos actores políticos pensantes, capaces y honestos. Los que añoramos ya no están, solo queda el recuerdo, pero no el ejemplo.

 

OAO: 07-24

 

Feria universitaria
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